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La dinamización de la Transición política española a través del asesinato de los abogados de Atocha

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2016-02-10
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Universidad Nacional de Educación a Distancia (España). Facultad de Geografía e Historia. Departamento de Historia Contemporánea
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El asesinato de los abogados laboralistas de Atocha fue un atentado terrorista cometido por un comando de extrema derecha el 24 de enero de 1977, en un despacho de letrados, situado en la calle Atocha 55, de Madrid. El ataque se saldó con cinco muertos y cuatro heridos muy graves. El atentado se realizó durante uno de los periodos más importantes de la historia de España, la Transición de la dictadura a la democracia. Una etapa de incertidumbre, en la que la sociedad española estaba dividida entre una mayoría que ansiaba la implantación de una democracia, pero con diferentes posturas de cómo debería realizarse la reforma, y una minoría que deseaba la continuidad del franquismo. Los políticos, no podían seguir el ritmo de la población que deseaba la recuperación de aquellos derechos y libertades perdidos durante la dictadura. El camino hacia una Transición política pacífica pasaba por el establecimiento de una democracia amplia, que dejase de lado por completo el anterior régimen. Mientras que los continuistas, tras la muerte de Franco, lucharon por construir un Gobierno con los menos cambios posibles. La Iglesia y el Ejército, dos de los pilares que habían ayudado a salvaguardar el franquismo, estaban perdiendo su vieja influencia en el ámbito político y sobre el conjunto de la sociedad. A la inestabilidad política y social se unió la acción de grupos terroristas que intentaron alcanzar sus reivindicaciones por la fuerza de las armas. Al desafío terrorista el Estado respondió con un abuso desmedido de la fuerza, lo que ocasionó una espiral de violencia que acabó con la vida de casi setecientas personas durante la Transición. Con un panorama social tan desconcertante, diciembre de 1976 y enero de 1977 se convirtieron en meses claves para el proyecto de reforma política en favor de la democracia y en contra de los intereses continuistas. Sesenta días que vinieron acompañados de una escalada de violencia callejera sin precedentes, que provocaría una gran inestabilidad política y social y despertaría viejos horrores del pasado. En diciembre de 1976 se produjo la detención y posterior liberación de Santiago Carrillo, lo que significó una dura ofensa para la ultraderecha continuista; fue secuestrado Antonio María de Oriol y Urquijo; cuatro días después del secuestro fue aprobada por referéndum la Ley para la Reforma Política, que acababa con las Leyes Fundamentales del franquismo. En enero de 1977 el Gobierno suprimió el Tribunal de Orden Público, institución de carácter político que aplicaba Justicia durante la dictadura, además trabajadores asesorados por dirigentes de Comisiones Obreras iniciaron una huelga en la rama del transporte del Sindicato Vertical, que se había convertido en la última institución de origen franquista que sobrevivía en la democracia. Con estos antecedentes se desarrolló en enero de 1977 la Semana Trágica de Madrid. El día 23 el estudiante Arturo Ruiz era asesinado por un joven ultraderechista; al día siguiente era secuestrado el teniente general Emilio Villaescusa Quilis, presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar; horas más tarde Mari Luz Nájera moría por el impacto en la cabeza de un bote de humo de la policía; esa misma noche se cometió el brutal atentado contra los abogados laboralistas, por parte de un comando de ultraderecha; tres días después los GRAPO asesinaron a tres miembros de las fuerzas del orden en dos atentados. Un panorama tan delicado no evitó que cientos de miles de personas tomaran las calles durante el entierro de los letrados asesinados, sepelio que las instituciones consideraron peligroso, pero que la seguridad del Partido Comunista de España ayudó a que se saldase sin incidentes. Tres meses después agentes de la policía detenían en Almería a los presuntos autores de la matanza de Atocha, pero no sería hasta tres años más tarde cuando un juez dictase una sentencia firme.
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