A lo largo de la Edad Media, y de manera muy especial en los tiempos bajomedievales, el judaísmo hispano es un fenómeno eminentemente urbano, de forma que la mayor parte de la población judía residía en núcleos urbanos, formando comunidades de mayor o menor importancia, y se dedicaba profesionalmente a actividades relacionadas con el mundo de las ciudades.2 Es muy expresiva a este respecto la referencia que de ellos hace Andrés Bernáldez, contemporáneo de la expulsión de 1492, en su crónica de los Reyes Católicos.