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González de Oleaga, Marisa N.

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Marisa N.
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  • Publicación
    De memorias centrales y periféricas. La espacialización de la memoria en la Argentina
    (Dykinson, 2019) Meloni González, Carolina; González de Oleaga, Marisa N.
    La memoria histórica se ha convertido en capítulo obligado de las agendas de muchos de los gobiernos occidentales. Recordar o rememorar los pasados trágicos –genocidios, matanzas, desapariciones, torturas– a través de relatos o narrativas parece ser la consigna. Rememorar para no repetir la historia, en una suerte de nueva pedagogía patriótica y democrática. Y dentro de esa incorporación, los lugares de memoria parecen haberse constituido como parte fundamental del mandato memorístico. Como si hubiera una necesidad específica de recordar en un lugar o de transformar esos espacios para revertir el curso de la historia y rememorar lo que allí aconteció. Si en Europa, países como Alemania o Francia van a la cabeza de la espacialización de la memoria –desde los campos de concentración nazis a los campos de batalla de la Segunda Gran Guerra–, en América Latina ese lugar le corresponde a la Argentina, como país adalid de la memorialización ligada a la última dictadura militar.
  • Publicación
    Transterradas. El exilio infantil y juvenil como lugar de memoria
    (Tren en Movimiento, 2019) Meloni González, Carolina; Saiegh Dorín, Carola; González de Oleaga, Marisa N.
    Uno de los efectos más claros, permanentes y a largo plazo de un desplazamiento forzado es la soledad. La pertenencia original, esa que nos liga a un grupo humano y a un paisaje, queda en suspenso y las nuevas pertenencias suelen ser provisionales y, muchas veces, no fructifican o se desdibujan ante la esperanza del regreso. Cuando el desplazado vuelve, si es que lo hace, comprueba que ya nadie lo reconoce. Es el que se fue, el que conservó intacta la memoria de un mundo que, para el resto es, en el mejor de los casos, un recuerdo. Entonces mira hacia atrás, vuelve sobre sus pasos e intenta reforzar su nueva pertenencia. Pero falla. Es el recién llegado, el que carga con otra historia a sus espaldas. No ser de ningún lugar parece ser el destino más oscuro de los desplazados. Y esta condición se torna más dolorosa a ciertas edades. En otros momentos de la vida abundan los recursos para hacer frente a esta contingencia. Algunos desplazados lo hacen con su familia o forman una nueva en el lugar de acogida. Pero en la infancia y en la adolescencia la interrupción de esas pertenencias o identificaciones tempranas condena a una soledad muy particular. No se trata de la soledad inherente a toda existencia humana. No, es más honda, más densa y, a veces, devastadora. Nosotras estamos vivas, pudimos reorganizar nuestra vida en otro lugar, pero ¿qué hacer con todo eso? ¿Cómo trabajar la memoria para que esa experiencia traumática sobre la que hemos decidido volver no nos paralice? ¿Cómo hacer de estos testimonios, después de tanto tiempo, un pasaje para nosotras y para otros? A través de la palabra. Entendida no como un vocabulario que habla del mundo sino como una trama de significaciones que lo crea o, lo que es lo mismo, que le da sentido. El testimonio es el relato de la experiencia y es a través de nuestros testimonios como queremos visibilizar a las niñas y adolescente que fuimos para iluminar a los niños y adolescentes que hoy padecen destierro".