Rodríguez Alonso, Rosa Ana2024-05-212024-05-212005-07-11https://hdl.handle.net/20.500.14468/20951Igual que le sucede a otros muchos estudiantes, cuando comencé con los estudios de doctorado no tenía muy claro los caminos a los que me conduciría mi investigación. En un primer momento pensé en trabajar con centros escolares, con los que había estado colaborando de cerca. También pensé en otros ámbitos relacionados con la educación y sobre los que había investigado; sin embargo, debido a diferentes circunstancias, surgió un interés creciente por la evaluación institucional. Mi primera toma de contacto con la evaluación se produjo como alumna en mi etapa escolar. Posteriormente, esa toma de contacto fue evolucionando a lo largo de mis estudios de Pedagogía hasta llegar la primera experiencia de autoevaluación docente en un curso de Formación de Formadores. En este curso había participantes de distintos sectores profesionales que debían prepararse para dar clase y tan sólo dos personas teníamos estudios de Pedagogía. Como primera experiencia nos preparamos una charla de quince minutos, que sería grabada en vídeo y que el resto de los participantes debían evaluar. Después de esos quince minutos en los que impartí un tema que dominaba, me sentí satisfecha con el resultado de mi exposición porque era consciente de la ventaja que suponía el hecho de tener conocimientos pedagógicos.esAtribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacionalinfo:eu-repo/semantics/openAccessDesarrollo institucional y el profesorado desde la evaluación como cultura innovadoratesis doctoral