Gascón Salvador, José Ángel2024-05-202024-05-202017-12-11https://hdl.handle.net/20.500.14468/18000Tradicionalmente el estudio de la argumentación ha estado caracterizado por tres perspectivas clásicas: la lógica, centrada en los argumentos como productos, y la dialéctica y la retórica, centradas en la argumentación como actividad o proceso. Recientemente han surgido otras perspectivas más o menos afines a las mencionadas, como la lingüística o la socioinstitucional. En esta tesis doctoral se desarrolla la propuesta de una perspectiva más: la perspectiva de la virtud. Lo que caracteriza a esta perspectiva es que, en lugar de estudiar el producto, el acto o la actividad de argumentar, su foco de interés son los argumentadores mismos. Aunque existan diversos precedentes, la propuesta de una teoría de la virtud argumentativa fue hecha explicitamente durante la última década por los teóricos de la argumentación Daniel Cohen y Andrew Aberdein. Aunque esta teoría aún no ha sido elaborada, enseguida surgieron dudas y críticas respecto a las aportaciones que dicha perspectiva podría ofrecer. La primera parte de esta tesis pretende ofrecer algunas respuestas a estos interrogantes. En el capítulo 3 se sugiere de qué modo una teoría de la virtud podría ser valiosa en argumentación: no como una herramienta de análisis de argumentos sino como un estudio de los rasgos de carácter que una persona debería cultivar para llegar a ser un buen argumentador. Sobre esta base, los capítulos 4 y 5 pretenden desentrañar cuál sería la relación de una teoría de la virtud argumentativa con una teoría de la calidad del argumento como producto –la lógica informal– y con una teoría de la calidad de la argumentación como actividad –la pragmadialéctica–. La principal característica de un enfoque de la virtud –tanto en ética y epistemología como en argumentación– es que toma los rasgos del individuo como conceptos primarios, no explicables simplemente en función de las acciones del individuo. Así, virtudes como la empatía intelectual o la humildad no se explican solo por el tipo de acciones que ha realizado una persona, sino también –principalmente– por cualidades intrínsecas a la persona, tales como su motivación. Esto plantea la cuestión de qué virtudes argumentativas son de este tipo, primarias, y cuáles deben entenderse más bien como habilidades que sistemáticamente dan como resultado buenas acciones. En el capítulo 6 se intenta explicar esta diferencia sobre la base de la distinción, tomada de la epistemología de la virtud, entre virtudes responsabilistas y virtudes fiabilistas. En el capítulo 7, último de la primera parte de esta tesis, se aprovecha otra de las características de las teorías de la virtud, especialmente en ética: su reconocimiento del fundamento social de nuestros estándares. Sobre la base del modelo de explicación de las virtudes éticas de MacIntyre, se presenta un esbozo de una explicación de los fundamentos normativos de los estándares argumentativos. Así, se desarrollan los tres niveles que MacIntyre propone para explicar las virtudes: 1) los bienes internos a una práctica, 2) una concepción del telos del ser humano y 3) la pertenencia a una tradición. Este tipo de explicación de las virtudes argumentativas naturalmente puede recibir el mismo tipo de crítica que la teoría de las virtudes éticas de MacIntyre: ¿se trata de una concepción relativista? La segunda parte de la tesis está dedicada a abordar esta posible objeción. Comienza con una discusión, en el capítulo 9, en la que se pretende tanto rechazar una perspectiva relativista simplona como admitir que no existe un modelo abstracto cognoscible a priori que nos asegure la universalidad de los estándares argumentativos. El modelo explicativo propuesto en esta tesis parte de las concepciones de las virtudes que de hecho existen en las diferentes culturas y sociedades. Por ello, se hace necesario un estudio empírico de los diversos puntos de vista y tradiciones relativos a la cuestión de en qué consiste argumentar de manera virtuosa. Naturalmente, un estudio de tal envergadura no es posible en un espacio tan reducido, pero se proporciona un punto de partida para tal estudio en los capítulos 10-12. En el capítulo 10 se presenta la tradición argumentativa de la India budista; en el capítulo 11, la del judaísmo talmúdico; y, en el capítulo 12, las críticas que han hecho en los últimos años varias estudiosas feministas de los actuales modelos de argumentación. Finalmente, en el capítulo 13, se intenta mostrar brevemente que la crítica y justificación de estándares argumentativos, así como la comparación entre tradiciones, es posible sin apelar a un modelo abstracto de validez universal.enAtribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacionalinfo:eu-repo/semantics/openAccessA Virtue Theory of Argumentationtesis doctoral