Oliva Manso, Gonzalo2024-05-202024-05-20https://hdl.handle.net/20.500.14468/12210La violencia formó parte intrínseca de la sociedad medieval. El recurso a la fuerza física o psicológica para satisfacer unas necesidades, imponer un criterio e, incluso, para solucionar un conflicto estuvo siempre presente. La ausencia de unas estructuras estatales sólidas que ofreciesen un marco de convivencia pacífico para el normal desarrollo de las relaciones entre la población impedía el control de los continuos roces generados entre sus componentes. Cualquier pequeña discusión entre particulares podía transformarse fácilmente en una reyerta que implicara a familiares y amigos. Los conflictos intermunicipales por el derecho exclusivo de los pastos, la propiedad discutida de ganado en régimen de explotación extensiva o las tomas de prendas indebidas acababan en auténticas guerras entre concejos. Por si no fuera suficiente, se extendían las ansias de dominio de los poderosos sobre el resto de la sociedad y, paralelamente, se sucedían los conflictos entre esos mismos poderosos, siempre ávidos de consolidar y si fuera posible mejorar su posición social y sus recursos económicos. El resultado no podía ser otro que una inestabilidad permanente que frenaba la evolución de la sociedad a todos los niveles.esAtribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacionalinfo:eu-repo/semantics/openAccessPrevención y represión de la violencia en el ámbito local. Su reflejo en los fueros de frontera (ss. XI-XIII)artículo