Vázquez Botana, Alexandra2024-08-282024-08-282023Vázquez Botana, A. (2023). Psicología de los Grupos. En Fernández Arregui, S., Fernández Sedano, I., Fuster Ruíz de Apodaca, M. J., Lois García, D., & Vázquez Botana, A. (Coords), Psicología Social Volumen II (pp. 111-147). Sanz y Torres.9788419433732https://hdl.handle.net/20.500.14468/23578Los seres humanos tenemos una necesidad básica de unirnos y formar parte de grupos. Los grupos nos proporcionan múltiples ventajas, pero también exigen compensaciones por la protección que nos brindan. A lo largo del capítulo hemos analizado los procesos de influencia social mayoritaria y minoritaria que tienen lugar dentro de los grupos. En situaciones de incertidumbre, las personas utilizan la información que proporcionan los demás miembros del grupo para formarse sus propios juicios. En otras ocasiones, sin embargo, los miembros del grupo asumen públicamente la opinión mayoritaria aun cuando discrepan de ella en el ámbito privado. Aunque los psicólogos sociales han tendido a enfatizar el deseo de los grupos de conformidad, numerosas investigaciones indican que la desviación y el disentimiento también son procesos grupales frecuentes, que las minorías disidentes pueden contribuir positivamente al progreso del grupo y que la desobediencia no siempre está motivada por la deslealtad. La disidencia y la conformidad influyen junto con otros factores en los procesos de toma de decisiones en grupo. Aunque la suma de los recursos de todos los miembros capacita a los grupos para adoptar decisiones de mayor calidad que las que pueden tomar los individuos por separado, lo cierto es que la toma de decisiones en grupo puede verse afectada negativamente por varios fenómenos como la polarización, el pensamiento de grupo o las dificultades para compartir información. La toma de decisiones y, en general, el funcionamiento del grupo se ven determinados por el liderazgo, un proceso social que a menudo se ha tratado desde un enfoque excesivamente individualista. En las últimas décadas, se ha reivindicado una visión más amplia y psicosocial del liderazgo que tenga en cuenta el sistema en el que se encuentran inmersos los seguidores y el líder. En la segunda parte del tema hemos abordado las relaciones intergrupales. En primer lugar hemos analizado los principales enfoques sobre el origen de los conflictos intergrupales. Hemos visto que los conflictos pueden surgir de la competición por recursos escasos, pero también a partir de preocupaciones identitarias. De hecho, la teoría de la identidad social es el enfoque teórico que ha dominado la investigación sobre relaciones intergrupales durante los últimos 40 años. De acuerdo con este enfoque, la autocategorización y la identificación con un grupo producen favoritismo endogrupal y, cuando confluyen otros factores, puede engendrarse hostilidad e incluso odio. Los psicólogos sociales han propuesto distintas vías para mejorar las relaciones intergrupales. El contacto intergrupal directo es la estrategia más estudiada y utilizada. La evidencia sugiere que el contacto positivo con los miembros de otros grupos mejora la evaluación y el trato hacia ellos. No obstante, no debemos olvidar que, en ocasiones, el contacto intergrupal es negativo y deteriora las relaciones intergrupales, mientas que en otras ni siquiera es posible, por ejemplo, en condiciones de alta segregación. Con el tiempo han ido desarrollándose varias estrategias de contacto indirecto que han demostrado ser eficaces para mejorar las orientaciones intergrupales y que, a menudo, presentan un mayor margen de aplicabilidad que el contacto directo. Además del contacto intergrupal, existe otra perspectiva sobre la mejora de las relaciones intergrupales basada en la modificación de la categorización social. Este enfoque parte de la idea de que el conflicto intergrupal surge de la categorización social y, por tanto, su solución pasa por alterar ese proceso. Algunas estrategias apuestan por debilitar la saliencia de las barreras intergrupales, mientras que otras prefieren mantenerlas para evitar reacciones defensivas. En general, las estrategias de mejora de las relaciones intergrupales se han centrado en los miembros de grupos poderosos con el fin de inducir en ellos un cambio psicológico que promueva la armonía intergrupal. Frente a este enfoque tradicional centrado en la reducción del prejuicio, la perspectiva de la acción colectiva niega que el conflicto intergrupal sea necesariamente malo y, por el contrario, lo considera instrumental en la lucha por la igualdad y la justicia social. Desde este marco se entiende que el cambio social suele surgir del esfuerzo colectivo que los miembros de grupos desfavorecidos realizan para confrontar a los grupos dominantes y cuestionar la legitimidad del sistema. La participación en acciones colectivas está determinada por la identificación con el grupo desfavorecido, las convicciones morales, las reacciones emocionales ante la injusticia y la percepción de que el grupo puede transformar la realidad mediante el esfuerzo conjunto. Aunque el enfoque de la reducción del prejuicio y el enfoque de la acción colectiva han progresado de manera independiente, sería deseable integrarlos en un único marco explicativo que nos permita explicar, predecir y fomentar con mayor eficacia el cambio social hacia la igualdad y la justicia.esinfo:eu-repo/semantics/restrictedAccess61 PsicologíaPsicología de los Gruposcapítulo de libroinfluencia minoritariainfluencia mayoritariadesviacióndisentimientoconflicto intergrupalcontacto intergrupalacción colectiva